miércoles, 2 de mayo de 2012

Un tango... tal vez

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Con sus ojos detenidos, casi sin expresión facial, salió emprendiendo cada paso con dificultad.
La gravedad la mantuvo aferrada al suelo, de lo contrario habría salido volando, emergiendo de su nebulosa.
Pocas palabras bastaron para terminar todo de modo abrupto, apretar los pulmones, agitar el corazón y soltar el teléfono.
Todo quedo en silencio, pero en sus oídos se escuchaba un tango.
Se fue en sentido contrario a su cordura, y camino hacia el Mapocho. Nunca le había parecido que tuviera un olor agradable.
Y cerró los ojos, para creer que bailaba sobre una nube.
Al estar cerca de un abismo rompió en una carcajada de esas que sólo nacen de la locura.
Marcó otra vez, y al oír la voz grave del otro lado, se entregó al último suspiro que le quedaba de vida.
Mientras se elevaba pensó cual habría sido la única razón.
Y se dijo a sí misma… “un tango, tal vez”.

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